viernes, 31 de enero de 2025

El poder de los abrazos

“He aquí mi secreto, que no puede ser más simple: solo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible a los ojos.” (El principito, Antoine de Saint-Exupéry)

 

Soy una persona a la que le gusta dar abrazos de corazón. Y si son de esos que duran, mejor. De los que nutren. Los valoro mucho por lo beneficiosos que son y sin embargo no somos conscientes de esos beneficios, ni se nos habla acerca de ello.

Durante el acto de abrazar, se estabiliza la energía del campo electromagnético que está desbalanceada o bloqueada. Según el científico Gregg Braden, quien ha comprobado a través de sus experimentos científicos que el corazón emite una frecuencia con fotones de luz, se ha podido cuantificar científicamente que algunas personas emiten frecuencias de hasta cinco metros de distancia.

Esos fotones son información que se emite de las emociones y sentimientos, así que cuando dos personas están abrazadas, en ese momento se da una interconexión de esos fotones, de esa información. Y es en esa interacción cuando se produce un equilibrio y se nivelan las energías.

El corazón es el órgano que emite más energía electromagnética del cuerpo humano, y existen, para asombro de muchos, neuronas del corazón.

Por ello, tendríamos que aprender a pensar con el corazón y a cambiar del paradigma de la mente al del corazón, pues tiene un campo electromagnético que es unas cinco mil veces más potente que el del cerebro.

Abrazar es una forma sencilla de comunicarnos con nuestro corazón y con el de la otra persona, es un ejercicio que nos conecta y que además hace sentir bien de forma instantánea.

Así que pues eso, ¡un fuerte abrazo!

 

Aquí dejo mi particular visión de lo que significan para mí:

 

El camino del abrazo


El abrazo es el camino que acorta

la separación entre dos personas,

permanece intacto en nuestra memoria

y eterno en nuestros corazones.

Es mágico.

Es la pomada para un alma rota.

El alivio para el que padece.

La expresión más elevada del aprecio.

Es la ofrenda más bonita y desinteresada.

El remedio más curativo que existe.

Sacia la necesidad de afecto 

y calma la soledad.

El anhelo materializado de la unión entre dos seres.

La distancia más cercana entre dos personas.

Se trata, de la expresión física del amor en este mundo.

Es el contacto directo de dos corazones

en esa simbiosis en la que se juntan por un instante,

se produce el gozo

y la dicha del reconocimiento mutuo.

Deja una huella imborrable en nuestro interior.

Es el camino más rápido hacia nuestro corazón

y al de la otra persona.

Es el arreglo inmediato del malestar

y equilibrador de las emociones.

Aquieta la mente, repara heridas, arropa con calidez,

no tiene ninguna contraindicación.

En el instante en el que se produce un abrazo,

el mundo se reinicia.

Todo alrededor para, se calla.  

Es lo más sagrado y a la vez lo más fácil que podemos brindar.

Está al alcance de nuestros brazos y manos.

Dar un abrazo es un acto de bondad,

de generosidad.

Nos inunda colmando de ternura, de cariño.

Es un gesto de apoyo y fraternidad.

Nos recuerda que aunque demos un abrazo,

en realidad es recíproco,

porque también somos abrazados.

Se necesitan dos personas para hacerlo posible.

Es altamente satisfactorio para quien lo da

como para quien lo recibe.

Es el recordatorio que sin el “TÚ”

no puede medrar el “YO”.

Necesitamos del otro para poder expresar y recibir amor.

Gracias al otro, lo experimentamos.  

Es expandir el pecho y estirar los brazos para recibir.

Abrazar es dar,

al otro y a nosotros mismos.

Es no temer, en el abrazo llega el olvido de todo lo que no es

para recibir lo único que importa.

Abrazar es el homenaje a nuestra verdadera naturaleza,

la que reside en la entrega.

No habría sentido sin abrazos.

Aunque a veces

los hayamos olvidado.


Tendríamos que abrazarnos más.

 

 

Beatriz Casaus 2025 ©



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