“Cada uno ve lo no visible en proporción a la calidad de su corazón.” (Rumi)
Hace poco tuve una caída aparatosa que me ha provocado una rotura de un hueso (cóccix) y para lo que a algunos pudiera resultar una relativa “desgracia”, para mí ha sido una bendición. Gracias a ello, solo he recibido cariño a raudales y un amor desmesurado así como un necesario tiempo para parar y descansar.
También ha sucedido un cambio inesperado (no a mí personalmente, pero me ha tocado muy de cerca) que considero ha sido un absoluto regalo de la vida para esa personita que tanto quiero y a quien se le presenta un horizonte nuevo de infinitas posibilidades.
El autor del libro “Salir de la calle”, Ángel Custodio, @salirdela_calle, quien vivió durante nueve meses en la calle y salió de esa situación gracias a su fe de que todo saldría bien y su admirable optimismo, revela que gracias a aquella situación, su vida es ahora mucho mejor de lo que podría imaginar. Así como su propio desarrollo personal por el que ha avanzado a pasos agigantados.
Estar vivo es un regalo, no lo demos por sentado ni un solo segundo y todo lo que nos ocurre también, si sabemos darle la vuelta a la tortilla y una lectura de aprendizaje a todo aquello que nos sucede.
Me siento tremendamente agradecida por todos los cambios y aparentes vicisitudes que he tenido a lo largo de mi vida y a los que se presentan. Son regalos disfrazados. Hay una frase en inglés que lo describe perfectamente: ‘A blessing in desguise’.
Las cosas pueden cambiar de un momento al otro, por eso lo más inteligente es saber adaptarse al cambio, como bien decía Darwin. Yo siempre tengo una manía o ritual, que es brindar por todo aquello que me pasa. Celebrar siempre cada regalo disfrazado. Así las cosas se ven de otra manera. 🤗
“Habían descubierto la comunicación profunda que solo
consiguen aquellos que tienen el coraje de vaciarse de contenidos y buscar en
lo profundo de su ser lo que tienen para dar…” (Extracto del relato de “La
Ciudad de los pozos” de Jorge Bucay)
He pasado un fin de semana genial en Formigal. Eso sí, traigo
el cóccix fastidiado por una caída haciendo snowboard. Pero la belleza y a la vez la fría
hostilidad de sus montañas se han impregnado en mí y esto es lo que escribí:
¿Cómo viví personalmente la alineación histórica de planetas en Piscis en conjunción con el Nodo Norte del pasado fin de semana? Pues concerté una cita conmigo misma (aprovechando que mi pareja tenía un compromiso) y me permití vivir ese momento tal y como la tendencia energética apuntaba a ser vivido, que es yendo hacia dentro, escuchándome y sintiendo.
Con tantos planetas en Piscis y en conjunción con el Nodo Norte también en Piscis, que es hacia donde nos dirigimos como humanidad, se trataba de un momento no de hacer, sino de sentir.
Así que utilicé mi maravilloso puff de yoga que me regalaron unas buenas amigas y seguí la inclinación de los astros que nos animaban a estar tranquilos con nosotros mismos, para que todo fluya. Y ha sido genial, la verdad. Aquí os dejo mis sensaciones después de mi cita, jeje.
El viaje más largo, grande e importante que podemos emprender, es siempre hacia dentro. Y yo me he regalado el tiempo y el espacio silencioso para lograr iniciar ese viaje sin retorno.
Hay que ser muy valiente para enfrentarse a estar a solas con uno mismo. La mayoría de la gente lo evita evadiéndose de múltiples formas, porque no es fácil escuchar aquellos sentimientos y necesidades que hemos ido acumulando y que no hemos hecho caso.
Me permití rendirme, sin resistencia. Soltando el control y dejando fluir las emociones estancadas. Escuchando mi corazón y habitando el silencio. Y conseguí una sensación indescriptible de que “todo está bien”.
Soy una persona bastante autocrítica que se machaca constantemente por hacer más, aprender más y como si nunca fuera suficiente. Normalmente me exijo mucho pensando en cómo ser mejor e incluso a veces siento como si me faltara tiempo para realizar todo lo que está aún por hacer.
Por eso corro de un lado a otro siempre con prisas como el personaje del conejo de “Alicia en el país de las maravillas” que repetía mientras corría “Llego tarde, llego tarde”, y la pregunta es ¿a dónde llego tarde? quizá la respuesta sea a mí misma. A mi destino llego tarde, a estar dentro de mí.
Sin embargo sentí como si me hubiera sumergido en un océano donde todo está bien. Donde se me acepta exactamente tal y como soy sin necesidad de mejorar más o de hacer más o de llegar más lejos.
Una aceptación reconfortante e incondicional inundó mi corazón de par en par. Y ello me llevó irremediablemente a un estado profundo de paz y sosiego en el que se me permitía ser yo. En el que no necesitaba nada ni a nadie.
Entendí que todo lo que he hecho hasta ahora está bien. Sin reproches, sin culpas, remordimientos, ni juicios. La frase “todo está bien” resonaba sin cesar en mi cabeza. Está bien estar donde estoy. Lo que he hecho hasta ahora está bien. Está bien ser yo y cómo soy.
Es como si me fundiera y disolviera dentro de un abrazo cálido e infinito que calmara todo el cortisol acumulado por intentar llegar a otro lugar, siempre más lejos de donde estoy, que es yo misma ahora.
Una búsqueda siempre escurridiza hacia una perfección que no llega, porque no existe en esta realidad. Por lo tanto es una utopía o ciencia ficción querer alcanzarla.
El espacio más sagrado que existe es dentro de cada uno de nosotros porque es ahí dentro donde se está verdaderamente a salvo. No hace falta ir a ningún otro lugar ni llegar a convertirme en alguien que no sea yo en este preciso momento.
Cuánta paz sentí en ese océano interior. Llegar al mejor sitio del mundo en un viaje sin fin al destino más cercano y valioso. Dentro de mí.
Personas con almas feas detrás de rostros idílicos, sonrisas encantadoras y cuerpos normativos. Cultivan tanto la superficie, para ocultar el fondo.
Personas de amplias sonrisas con intereses perversos o engañosos.
Personas falsas que tienen que esconder sus verdaderas intenciones bajo diferentes caretas. Y actúan según sus diferentes propósitos.
Personas peligrosas que se creen que nunca se equivocan porque piensan que lo hacen todo bien.
Personas aún más peligrosas porque no dudan, creen que lo saben todo. Y dudar es un privilegio humano. No hay nada como cuestionarse las cosas. Descartes decía: “Dubito, ergo cogito, ergo, sum”. Y estaba en lo cierto. Duda, de quien no duda.
Personas oscuras disfrazadas de una bondad forzada y un altruismo que solo les beneficia a ellos.
Personas que dañan porque su orgullo no les permite pedir perdón. Cuando hacerlo nos engrandece, es un acto sanador y de aprendizaje.
Personas interesadas que solo se acuerdan de uno cuando necesitan algo.
Personas que no perdonan y viven en un perpetuo rencor que no les deja disfrutar la vida.
Personas que viven en un perpetuo estado de ofensa y en un eterno estado de víctima.
Pero también hay, claro que hay:
Obreros del alma que se enfocan en trabajarse interiormente. Construyen fuertes edificaciones invisibles, pero solo los que ven a través las detectan.
Personas nobles que buscan hacer el mínimo daño indispensable y se esfuerzan por conseguirlo.
Personas humildes que alcanzan sus metas sin contarlo a nadie y logran hitos desde la modestia más insultante.
Personas cargadas de gestos de cariño que solo buscan reconfortar y paliar el dolor ajeno.
Personas de buenas intenciones que solo dicen cosas bonitas a los demás, para recordarles su valor.
Personas que su sola presencia trae confort, sosiego y esperanza.
Personas honestas que viven según piensan y sienten.
Personas inspiradoras que levantan la humanidad al siguiente nivel.
Personas motivadoras que ayudan a conseguir los objetivos a los demás.
Belleza tras las arrugas y líneas de expresión de personas que han dedicado toda una vida a sonreír mientras tenían problemas.
Personas íntegras que no se venden y siguen su criterio personal sin ceder ante los chantajes.
Personas luciérnaga que alumbran cualquier situación oscura.
Personas que miran el lado bueno de las cosas mientras callan lo que les sucede.
Personas con corazones tan grandes que no tienen suficiente tiempo para ayudar todo lo que quisieran.
Personas que dan abrazos de los que reinician.
Personas tan sabias que se equivocan, aprenden y rectifican.
Personas que no quieren ser el centro de atención pero sus buenos actos hablan más alto que su necesidad de pasar desapercibidas.
Personas encantadoras que regalan su mejor versión a todos, incluso a los que no se lo merecen.
Personas que se esfuerzan en convertirse cada día en su mejor versión.
Lo único que “hay” que hacer es saber darse cuenta de qué tipo de persona nos queremos rodear y convertir.
“Aquí estamos los soñadores, los ingenuos, los que aún creemos en
la fuerza de las palabras.” (Sergio Umbría)
“Ningún soñador es pequeño y ningún sueño es demasiado grande.” (El
Principito, Antoine de Saint-Exupéry)
En el tiempo que lleváis leyendo este blog imagino que ya me vais
conociendo un poco y quizá una pequeña parte de la gente que se entretiene con esto, en
algún aspecto se sienta representada con lo que aquí escribo. Así que si alguien
ha podido sentirse identificado ya me doy por satisfecha. Escribiendo, ese el
mayor logro que se puede alcanzar junto con llegar al corazón de las personas
que te leen. Eso ya sí que sí es para mí un sueño, así que espero conseguirlo
en algún momento, ¡pues sería mi mayor éxito!
Los grandes escritores de la historia, quienes tanto nos han inspirado como es el caso de Shakespeare,
han logrado llegar tan lejos precisamente por eso, por tratar los temas universales
con los que todos nos podemos sentir identificados porque los hayamos experimentado en
algún momento de nuestras vidas. Todos compartimos los mismos “temas” comunes y
atemporales por distintos que seamos unos de otros.
Para mí escribir es una necesidad, es incluso una terapia que he
apodado como “literacura” porque me cura el alma y las emociones. Siempre
lo recomiendo encarecidamente a cualquier persona porque verdaderamente funciona.
A mi hermana el otro día sin ir más lejos y la tía, es una AS, lo que pasa que aún no se atreve con un blog.
También me sucede que no sé vivir sin ser natural y sin mostrarme tal
y como soy y eso es algo que no se ve con tanta frecuencia. Soy una persona
bastante transparente en ese sentido y a veces se me hace bola ver cómo la
gente es tan hermética, cerrada y en muchas ocasiones desconfiada.
Mi pareja siempre me dice que tengo la manía de darme demasiado
desde el principio y en realidad lleva toda la razón. Pero, también me
cuestiono qué tipo de mundo es este si tenemos que darnos a cuentagotas. No va
conmigo la mesura. Para él, la gente comienza desde “0”, esto es, no tiene opinión
sobre ella, detalle que muestra que es una persona mucho más racional, inteligente
y lógica que yo, porque para mí, comienzan desde “100” y eso me lleva
irremediablemente a llevarme decepciones. Pero me levanto y vuelvo a dar lo
mismo. Nadie tiene la culpa ni debe cargar con lo que otras personas han podido
hacer en el pasado.
Por otro lado, creo fervientemente que la clave en esta vida es
ser natural y en hacer las cosas con naturalidad. Y con esto me refiero a t-o-d-o.
En el momento en el que las cosas se esconden, no se sacan a la luz o se les da
mayor importancia de la que tienen, en ese momento se enquistan y se vuelven
oscuras. Hablar las cosas con naturalidad, siempre hace todo más fácil, sea lo
que sea.
El caso, y entiendo que también a más gente le pasará, es que vivo
en una perpetua y auténtica encrucijada marcada por la disputa interna entre mi
naturaleza soñadora regida por el hemisferio derecho y el mundo cotidiano dominado
por el hemisferio izquierdo.
Es una lucha entre lo material y lo intangible o vivir la dicotomía entre la disciplina, la razón y los sueños, la
intuición y la magia de la imaginación que es donde mejor me desenvuelvo.
Una lucha y eterna contradicción entre la parte poeta, bohemia y
mística y la parte estructural de la mente racional que es donde se supone hay
que vivir. Pero no todos estamos hechos para lo mismo y por eso existen
distintos perfiles para diferentes roles.
Supongo que algo parecido le pasaría al escritor argentino Jorge
Luis Borges quien trabajó durante años en bibliotecas donde el orden y la
meticulosidad se fusionaron con su pasión por la poesía y la imaginación. Aunó
esos dos mundos demostrando que la disciplina puede ser el trampolín perfecto
para hacer sus sueños realidad. Eso sí que es un gran ejemplo de cómo integrar
esa dualidad.
Así me hallo, intentando integrar esos dos mundos y navegando
entre sus aguas, lo que no niego que puede resultar confuso y en ocasiones
contradictorio, pero el ser humano es así: contradictorio, a veces incoherente y
lleno de dudas y dilemas.
No os creáis a cualquier persona que vaya de perfecta, porque no
hay nada más lejos de la realidad. Por eso mismo me gusta mostrar mis dudas y
confesar mis obsesiones o miedos a través de este blog, porque lo natural es
tenerlos. Lo normal es ser imperfecto y no tener por qué ocultarlo. Eso es ser
natural, también.
Os dejo con este escrito que me ha ayudado un poco en solventar ese dilema. Os recomiendo soñar un poco más, pues es una forma gratuita de evasión con
la que poder sobrellevar la rutina que ahoga.
Un abrazo.
Baile de ciegos
En la pista de baile, dos integrantes antagónicos no se
ponen de acuerdo en ningún paso.
La responsabilidad tediosa y con semblante serio les pisa
constantemente los pies a los sueños, cuyos pasos desordenados y erráticos solo
siguen el orden que convive dentro del caos.
Se enzarzan en peleas interminables para poder seguir el
ritmo de forma conjunta pero no logran compenetrarse al unísono.
Es casi una utopía poder asimilar los mismos movimientos
siguiendo distintas melodías.
La rutina le aprieta poco a poco la mano a la magia, oprimiendo
su anatomía seca junto a su cuerpo abstracto, dejándole casi sin aliento. Se queda aturdida y exhausta, con su compás apagado.
Mientras, los jueces observan perplejos la sintonía sin
cadencia que se representa.
El orden trata de llevar la batuta imponiéndose sobre la
creatividad en la forma de moverse, pero no lo consigue.
La cruda realidad se intenta impregnar de la imaginación
desmedida, sin embargo ella lleva su propio ritmo y baila en su propio espacio,
sin tener en cuenta lo inabarcable que es.
Lo estructurado y lo etéreo no logran conciliar un sentido
armónico del movimiento, más bien, parecen dos patos sin sentido del tempo.
Aun así logran conciliar un movimiento aburrido cuando se
dan de la mano.
La manera meticulosa de moverse que proporciona el rigor de
la estabilidad se sobrepone,
pero no logra
sobrellevar la perpetua insuficiencia de entendimiento
con la desorientación que le provoca las vueltas que le da
la fantasía. Le dan hasta mareos.
La inagotable pasión se reprime y se hace pequeñita ante la
disciplina y la obligación diaria.
Las ideas profundas tropiezan una y otra vez con lo
práctico y ordinario del día a día. Ellas solo escuchan sus propios
instrumentos de emociones.
Los jueces establecen que hay una incapacidad latente para
la conexión y el trabajo en equipo entre las dos fuerzas.
El veredicto es la poca interacción entre universos
insólitos,
no consiguiendo aunar dos mundos divergentes destinados a no
entenderse.
La poca reciprocidad mutua produce que alguno de los dos
quede lastimado durante el baile
sin capacidad de conseguir la fusión entre la coreografía
celestial y terrenal.
La armonía es una danza que siempre está dispuesta a
establecer una mediación y un intercambio, pero hay veces que simplemente se
asfixia dentro del conflicto entre ambos.
Desde la barrera se difuminan las siluetas difusas de los
dos participantes, que al final caen en el olvido de la incompatibilidad de
caracteres.
Quizá la realidad se trate de un baile machacado con pasos
impuestos.
A mí, me entran unas ganas salvajes de bajarme a la pista
“Somos el medio
para que el Cosmos se conozca a sí mismo” (Carl Sagan)
Lo más importante
que la mayoría de nosotros no conoce del universo y que deberíamos entender para
tener un concepto totalmente diferente acerca de nosotros mismos y de nuestra
naturaleza es el conocimiento de que en realidad, somos polvo de estrellas. Y no
lo digo yo de forma poética, sino Margaret Burbidge, la reconocida y
galardonada astrofísica británica aunque no muy conocida entre el gran público,
quien decía “estamos hechos de polvo de estrellas” y así lo
demostraba en uno de los artículos científicos más relevantes del S. XX, donde argumentó
que el origen de los elementos que componen nuestro cuerpo y el universo
provienen de las reacciones que tienen lugar dentro de las estrellas, conocido
a nivel científico como “nucleosíntesis estelar”.
Pero no solo Margaret, sino otras figuras de renombre como la
también científica Ashley King, decía que "es totalmente cierto que
casi todos los elementos del cuerpo humano se formaron en una estrella y muchos
se han creado a través de varias supernovas", así también como el archiconocido
astrónomo y cosmólogo, Carl Sagan, quien decía “es cierto, realmente todos
estamos hechos de polvo de estrellasy no solo los seres humanos, sino
que nuestro planeta y las cosas que hayen él no existirían si no fuera
por las estrellas”.
Este artículo que
salió a la luz en 1957 con Margaret a la cabeza demostraba que la
mayoría de los elementos que componen el cuerpo humano, y casi todo lo que nos
rodea, se han formado en procesos estelares. Se formaron en una estrella o en varias supernovas (inmensas explosiones
que esparcen los elementos creados por el cosmos), por lo que las estrellas y
supernovas son las fábricas de los elementos químicos. Cuando las primeras
estrellas murieron expulsaron todos los elementos que habían creado y los
liberaron al cosmos, sembrando polvo estelar para formar la nueva generación de
estrellas.
Nuestro ADN está
compuesto de carbono, hidrógeno, oxígeno, nitrógeno y fósforo y todos estos elementos fueron creados hace miles de
años en procesos estelares. Fueron producidos por las estrellas y
liberados en el cosmos cuando las estrellas murieron y se produjeron supernovas. Por lo tanto, no es fantasía decir que nuestros
átomos están hechos de polvo de estrellas.
Esta información con
evidencia científica cambia nuestra visión de nosotros mismos, separados del
cosmos, sino formando parte de él. Somos un todo unido, tal y como apuntaba
Carl Sagan, conociéndose a sí mismo a través de nosotros. Por lo que formamos
parte de su evolución y somos importantes en su desarrollo. Ahora deberíamos observarnos
como parte activa del universo y no como una parte insignificante fuera de él. El Universo está vivo dentro de cada uno de nosotros
y eso nos debería hacer sentir grandes, no de forma egocéntrica, sino siendo conscientes
de que formamos parte de algo mucho mayor.
Somos polvo de estrellas,
no metafóricamente sino literalmente. Es importante reconocer
eso.
“He aquí mi secreto, que no puede ser más simple: solo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es
invisible a los ojos.” (El principito, Antoine de Saint-Exupéry)
Soy una persona a la que le gusta
dar abrazos de corazón. Y si son de esos que duran, mejor. De los que nutren. Los
valoro mucho por lo beneficiosos que son y sin embargo no somos conscientes de
esos beneficios, ni se nos habla acerca de ello.
Durante el acto de abrazar, se
estabiliza la energía del campo electromagnético que está desbalanceada o
bloqueada. Según el científico Gregg Braden, quien ha comprobado a través de
sus experimentos científicos que el corazón emite una frecuencia con fotones de
luz, se ha podido cuantificar científicamente que algunas personas emiten
frecuencias de hasta cinco metros de distancia.
Esos fotones son información que se
emite de las emociones y sentimientos, así que cuando dos personas están abrazadas,
en ese momento se da una interconexión de esos fotones, de esa información. Y
es en esa interacción cuando se produce un equilibrio y se nivelan las
energías.
El corazón es el órgano que emite más
energía electromagnética del cuerpo humano, y existen, para asombro de muchos, neuronas
del corazón.
Por ello, tendríamos que aprender
a pensar con el corazón y a cambiar del paradigma de la mente al del corazón,
pues tiene un campo electromagnético que es unas cinco mil veces más potente
que el del cerebro.
Abrazar es una forma sencilla de
comunicarnos con nuestro corazón y con el de la otra persona, es un ejercicio que
nos conecta y que además hace sentir bien de forma instantánea.
Así que pues eso, ¡un fuerte
abrazo!
Aquí dejo mi particular visión de
lo que significan para mí:
El camino del abrazo
El abrazo es el camino que acorta
la separación entre dos personas,
permanece intacto en nuestra
memoria
y eterno en nuestros corazones.
Es mágico.
Es la pomada para un alma rota.
El alivio para el que padece.
La expresión más elevada del
aprecio.
Es la ofrenda más bonita y
desinteresada.
El remedio más curativo que
existe.
Sacia la necesidad de afecto
y
calma la soledad.
El anhelo materializado de la
unión entre dos seres.
La distancia más cercana entre dos
personas.
Se trata, de la expresión física
del amor en este mundo.
Es el contacto directo de dos
corazones
en esa simbiosis en la que se
juntan por un instante,
se produce el gozo
y la dicha del reconocimiento
mutuo.
Deja una huella imborrable en
nuestro interior.
Es el camino más rápido hacia
nuestro corazón
y al de la otra persona.
Es el arreglo inmediato del
malestar
y equilibrador de las emociones.
Aquieta la mente, repara heridas,
arropa con calidez,
no tiene ninguna
contraindicación.
En el instante en el que se
produce un abrazo,
el mundo se reinicia.
Todo alrededor para, se calla.
Es lo más sagrado y a la vez lo
más fácil que podemos brindar.
Está al alcance de nuestros brazos
y manos.
Dar un abrazo es un acto de bondad,
de generosidad.
Nos inunda colmando de ternura, de cariño.
Es un gesto de apoyo y
fraternidad.
Nos recuerda que aunque demos un
abrazo,
en realidad es recíproco,
porque también somos abrazados.
Se necesitan dos personas para
hacerlo posible.
Es altamente satisfactorio para
quien lo da
como para quien lo recibe.
Es el recordatorio que sin el “TÚ”
no puede medrar el “YO”.
Necesitamos del otro para poder
expresar y recibir amor.
Gracias al otro, lo
experimentamos.
Es expandir el pecho y estirar los
brazos para recibir.
Abrazar es dar,
al otro y a nosotros mismos.
Es no temer, en el abrazo
llega el olvido de todo lo que no es
para recibir lo único que importa.
Abrazar es el homenaje a nuestra
verdadera naturaleza,
“En ocasiones las personas más lastimadas, son las más
bondadosas. Quizás un corazón herido entiende, cómo no causar dolor en los
otros”. (Charles Chaplin)
Antes me sentía mal por no ser como los demás. Intentaba encajar en ambientes que no eran los que me gustaban y con personas que no eran como yo. Me forzaba a mí misma y me reprendía por ello, pero eso me generaba rechazo a muchos niveles y la mayor pérdida posible, la de mí misma.
Me perdí intentando agradar a los demás y olvidé quién era yo, buscando aprobación exterior. No escuchaba mi propia voz y permanecía callada para agradar y ser aceptada. Y en realidad, la culpa no era de ellos, ni de nadie, pero la única responsable en permitir aquello era yo. Pues La primera persona que se trataba mal a sí misma estaba siendo yo. Me boicoteaba. Era una “people pleaser” en toda regla.
Pero un día no sé cuándo exactamente, me empecé a ver a mí. Con los años y terapia aprendí a darme mi espacio, a ponerme en primer lugar y a aceptar que hacer eso no me hacía ni egoísta ni peor persona, sino que era lo sano y natural.
Me di cuenta de que mi valor era el mismo que el del otro y por lo tanto merecía el mismo respeto por mi parte.
Ahora encuentro una satisfacción inmensa en decir NO y en hacer lo que siento y lo que quiero y no lo que los demás quieren o esperan de mí. Intentando no hacer daño, claro, aunque a veces se haga sin querer.
Dar a los demás está bien, pero darse a uno mismo, es igual de importante. Las personas “dadoras” estamos en muchas ocasiones descompensadas en nuestras relaciones personales, y solemos atraer a personas que se aprovechan de nuestra falta de límites. Por eso es importante reconocerlo y gestionarlo.
Ahora lo que valoro es la autenticidad y esa individualidad que nos hace únicos y diferentes del resto, sobre todo cuando la gran mayoría tiene poca conciencia del otro y busca su única satisfacción personal.
Poca gente busca activamente ser mejor persona, la mayoría solo busca complacer sus intereses particulares y tiene una gran conciencia de su "yo". Hay pocas personas que piensan en los demás, que escuchan, que pidan perdón, que sean amables, empáticos y que intenten aprender de sus errores.
Hay incluso, algunas personas, que simplemente están en nuestras vidas para enseñarnos a no ser como ellos. Esa es su labor por alguna razón que desconocemos y lo importante es agradecérselo en silencio pero seguir adelante sin ellas.
Atreverse a ser uno mismo y aceptarse tal cual uno es, puede ser un trabajo que lleve toda la vida o que se nazca con ello. Pero lo importante es hacerlo. Sobre todo respetarse a uno mismo. Convertirte en la persona que te gustaría conocer. En alguien a quien admirarías.
Comparto esto no solo como proceso catártico para mí, sino para dar esperanza. Del boicot a uno mismo, también se sale.
Fuerza para todos aquellos que tienen un día malo, para los que sufren en entornos en los que no encajan, en ambientes que no sienten como suyos o marcados por la tensión cotidiana. Aguantando situaciones difíciles con personas abusadoras. Para todos aquellos, vosotros sois importantes y valéis la pena. Merecéis lo mejor y todo lo bueno. ¡Un abrazo inmenso!
“No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y
el orín corrompen, y donde los ladrones minan y hurtan; sino haceos, tesoros en
el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde los ladrones no
minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro
corazón.” (Mateo 6:19)
La envidia nunca la he trabajado. Es un sentimiento pueril
que no experimento ni he experimentado por mucho que cueste creerlo. Sin embargo
es un hábito muy practicado por el ser humano formando parte incluso, de uno de los pecados
capitales. Así que no es baladí ni estamos hablando de cualquier cosa, sino que
es uno de los mayores agujeros negros en los que se puede caer y que hace bajar
directamente al abismo del inframundo humano.
Es un sentimiento muy negativo que no lleva a nada bueno y de una vibración muy baja que puede hacernos atraer circunstancias poco positivas
a nuestras vidas. Por eso es sumamente importante tener y hacer limpieza mental.
Cuidar muy mucho aquello que pensamos y sentimos y si no son sentimientos ni
pensamientos elevados, es mejor soltarlos, porque el único perjudicado es uno
mismo.
Yo cuido mucho mis pensamientos y me intento mantener
limpia. Así como cuido y limpio mi cuerpo físico, cuido y limpio mi mente a
diario. Soy muy consciente de que somos energía y que nuestra vibración depende
de aquello en lo que ponemos nuestra atención, por lo que más nos vale cuidarla y
mantenerla alta.
Hay personas tan pobres, que solo tienen dinero y que
envidian la luz de otras personas. Esa luz o brillo, no se puede comprar ni con
todo el oro del mundo y eso les debe frustrar. Como bien apunta el versículo
del Evangelio de San Mateo, “pon tus tesoros en tu corazón, donde los ladrones
no entren y roben”, es mejor dedicarnos a cultivar esos tesoros internos en vez
de dedicarnos a mandar malas energías a otros. Porque al final, todo se
devuelve.
Dejemos que cada uno sea como sea y alegrémonos por ello. Como
decía María Teresa de Calcuta, “en el nivel del espíritu todos somos hermanos”,
y a un hermano no se le puede envidiar, sino querer. (Como apunte personal,
decir, que estoy muy orgullosa de que una de las mayores bendiciones de mi vida
sean mis hermanos de sangre, jeje)
No me he librado sin embargo de experimentar otro sentimiento bajo como es, por ejemplo los celos, aunque gracias a
Dios me he trabajado bastante como para superar esa herida. En realidad
todos la tenemos, pero no todos se hacen cargo de ella y es bastante nocivo como para no hacerlo. No obstante en el caso de la envidia, no lo concibo. No vivo en competencia con nadie
y me alegro del bien ajeno, es más, lo celebro.
Reconozco lo bueno de las personas y no tengo ningún interés
en conseguir lo que alguien tenga, verdaderamente me da exactamente igual,
sobre todo teniendo en cuenta que mis tesoros intento guardarlos en mi corazón
y no depositarlos en bienes materiales. No tengo codicia y mi ambición está inclinada hacia lo
espiritual o artístico.
Si alguien es mejor que yo en algo, me alegro y se lo digo.
No tengo reparo en manifestar una obviedad que considero bueno resaltar para
darle valor. Siempre es acertado decir un comentario positivo a alguien, le
puedes alegrar el día, en vez de hacer un comentario negativo que en el fondo
esconde envidia.
Hay una frase que dice que es de ser inteligente rodearse de
personas más inteligentes que uno y eso lo aplico en mi vida totalmente. Me encanta rodearme de gente mucho más inteligente que yo de la que poder
aprender. Pues siempre van a aportar algo positivo. Y eso es en lo que hay que
enfocarse, en crecer como persona y en convertirnos cada día en nuestra mejor
versión. Si todos nos enfocáramos en eso estoy segura de que la envidia
desaparecería porque estaríamos más preocupados en otros menesteres que dan mucho más sentido a nuestras vidas. Si nos enfocáramos en ser mejor personas, otro gallo
cantaría.
Lo que sí me ha pasado a lo largo de mi vida, es que he
sufrido mucho esto. Es decir, he sufrido la envidia siempre. Me considero una persona
absolutamente normal, por lo que no entiendo que me pase, pero sí creo que quizá sea un poco más original y alegre
que la media, y eso, en ocasiones, me ha generado estar rodeada de esto,
sobre todo de parte de las mujeres. Lo siento profundamente, porque en
realidad, tienen un corazón precioso que debería ser su foco de atención y no
el ajeno.
Mi forma de combatir esto es ignorando y siguiendo, siendo
yo misma. Al fin y al cabo, el problema no es mío. Siento que convivan con ese sentimiento destructivo. Por mi parte me enfoco en ser feliz y en dar siempre
lo mejor de mí. Y cuando veo que no puedo dar lo mejor de mí, me aparto. Así de
sencillo. Apartarse de personas así es cuidarse a uno mismo. Es salvaguardar nuestra salud mental.
Deseo que os liberéis de esa carga pesada que son los sentimientos
bajos y cultivéis en la medida de la posible, los mejores sentimientos, que se reconocen fácilmente porque son
aquellos que nos hacen sentir bien. Todo en la vida es una elección y nosotros
somos los máximos responsables de cómo nos tomamos y vivimos las cosas. Intentemos
elegir aquello que nos eleva.
Un fuerte abrazo y a los que envidian, uno aún más fuerte, porque
son quienes más los necesitan.